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Asunción de la Santísima Virgen María

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Historia de la Asunción de la Virgen María

15 de agosto – Solemnidad
Color litúrgico: Blanco
Patrón de Francia y el Líbano

El final de una historia ilumina todo lo que la precede; Dios quiere a María para sí mismo

La Solemnidad de la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo conmemora, litúrgicamente, un dogma. El catolicismo celebra sus dogmas como un país celebra su día de independencia o sus victorias militares. La Iglesia procesa por las calles de las ciudades el Cuerpo y la Sangre de Cristo; construye guarderías y compone villancicos para el dogma de la Encarnación en Navidad; da nombre a ciudades, como Asunción, la capital de Paraguay, en función de dogmas como la fiesta de hoy. Arrojamos flores, cantamos canciones, caminamos en peregrinación, construimos santuarios y nos arrodillamos en oración por nuestras verdades más queridas. La tradición en la Iglesia no es un cofre cerrado. Es una fuerza vital, como un viento corriendo, que purifica y se purifica, que es siempre antigua y siempre joven, y que informa todo lo que la Iglesia enseña y hace. La familia sacramental de la Iglesia celebra sus creencias o dogmas más profundamente arraigados y específicamente definidos, de manera hermosa.

La Asunción de María al cielo es una consecuencia lógica del dogma de la Inmaculada Concepción.

Debido a que María nació sin el pecado original, no sufrió sus consecuencias, entre las cuales está la muerte. Porque era una especie de Arca de la Nueva Alianza, que llevaba a la Iglesia en la persona de Cristo, Dios la preservó del pecado y la quiso en su presencia cuando su tiempo en la tierra cesó. Ningún santo ha disfrutado nunca de tal privilegio, porque ningún santo ha tenido nunca la relación con Cristo que María disfrutó. Una piadosa tradición dice que los coros de ángeles en el cielo se susurraron con asombro unos a otros cuando María fue asumida en la presencia de Dios, «¿Quién es esta mujer tratada con tan singular respeto y honor?»

A veces es difícil apreciar la belleza y la majestad de un paisaje masivo sin una persona que le dé escala. ¿Qué tan alta es esa cascada? ¿Qué tan alto es el pico de la montaña? ¿A qué distancia está esa orilla? Coloca a una persona en el campo de visión y de repente la imagen tiene más sentido. Dios llena cada escena con su majestad. Es casi demasiado para asimilarlo. Pero María le da a Dios escala y perspectiva. Ella humaniza la vista. María siempre está en primer plano, mostrando a los fieles cómo acercarse a Dios y rendirle el debido honor.

La devoción a la Virgen María

La devoción a la Virgen María no es sólo una versión más intensa de la devoción a un santo. Es mucho más que eso. La verdadera devoción a María está en un plano más alto de la espiritualidad, algo que los «católicos de cuna» saben instintivamente, aunque no puedan explicarlo. Con María como nuestra madre, la Iglesia y sus doctrinas están vivificadas. Parecen importar más. La Iglesia está más cerca de nosotros y nosotros de ella por María. La espiritualidad mariana es más que la sabiduría religiosa en la tradición oriental. Es más que reconocer que Jesucristo vino de una mujer y un pueblo en particular. Ser «mariano» es saber por qué Dios querría que fuera asumida en el cielo, con su cuerpo intacto. Ser «mariano» es entender que nadie pregunta por un bebé sin preguntar por su madre en el mismo momento. María no fue sólo la primera cristiana. Fue, durante años, la única cristiana. Ella fue, por años, la Iglesia entera.

El dogma de la Asunción

El dogma de la Asunción, como todos los dogmas, es liberador. Las fronteras hacen que uno vaya más profundo, como los canales de irrigación guían el agua donde se necesita para que llegue la cosecha. El «No» puede conducir a nuevos descubrimientos tanto como el «Sí». La buena teología a veces dice «No» a la mala teología. Esto suele llevar a una espiritualidad más profunda. Necesitamos sólidos misterios de fe para contemplar, considerar y conmemorar. Sin ellos, nos centraríamos en las falsedades o en nosotros mismos, y entonces podríamos convertirnos en el misterio de la fe en lugar de la verdad o de Dios. Profundos dogmas de fe como la Asunción de María caminan de la mano con una vibrante espiritualidad. La Asunción de María al cielo abre nuevos horizontes a la mente y la imaginación en la oración y un santo deseo de descubrir más en la vida venidera.

Santa María, asumida en el cielo, que tu vida con Dios, en cuerpo y alma, sea nuestra meta. Que veamos tu tranquila devoción a Dios y a la Iglesia como un ejemplo a seguir, un objetivo a alcanzar y un destino que espera al cristiano serio que emula tus sutiles virtudes.