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San Isidro Labrador

San Isidro, patrón de Madrid, celebra su festividad el 15 de Mayo. Sus obras y milagros están relacionadas con su oficio de labrador, como cuando multiplicó el trigo del molino para alimentar a las palomas hambrientas.

No existe un oficio más humilde que el de labrador y es por esto que es el que mejor representa la humildad que la iglesia católica quiere transmitir. De esta forma San Isidro se ha ganado el corazón de millones de cristianos en todo el mundo, que le siguen con fervor en su día a día.

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¿Quién es San Isidro Labrador?

San Isidro Labrador, el pozuelero mozárabe que se convirtió en el patrón de la Tierra del Agua.
La historia de este humilde campesino es inusual para esta época, el siglo XI, cuando la gran mayoría de los santos eran de origen eclesiástico o noble. Madrid, conocida en época visigoda como la «Madre de las Aguas», vivió un milagro realizado por un hombre estrechamente relacionado con el líquido elemento.

El episodio que rompió el mito de la tolerancia de Al-Andalus

En su relación con la divinidad, Isidro Labrador fue un santo cavador de zanjas y hacedor de lluvias al que se le atribuyen más de 400 milagros, aunque el «Códice San Isidro» sólo describe cinco de ellos. Aunque no fue canonizado hasta el siglo XVII, no cabe duda, a juzgar por el entusiasmo popular que siempre arrastró este campesino mozárabe, de que fue una figura destacada en su época, el Madrid de influencia musulmana del siglo XI. Así, en una época llena de santos del clero y de la nobleza, surgió la figura excepcional de un hombre común de origen humilde casado con una mujer que también llegaría a ser santa.

Como en el caso de todos los santos medievales, el mito y la realidad están tan entrelazados en su biografía que es imposible saber dónde empieza uno y termina el otro. Isidro nació hacia 1082, poco antes de que el territorio de Madrid pasara a manos cristianas, en la Meret musulmana. Después de los visigodos, los musulmanes establecieron un asentamiento permanente en el centro de la meseta debido a la abundancia de agua y otros recursos. Así, paradójicamente, esta ciudad del agua -conocida desde la época visigoda por el enorme acuífero que recorre el subsuelo de Madrid- dio origen a este santo campesino que realizó numerosos milagros relacionados con el líquido elemento.

Un campesino al servicio de Juan de Vargas

En 1085, Merritt pasó de formar parte de la región de Toledo a ser territorio de Alfonso VI, rey de León, Galicia y Castilla. Esta expansión territorial fue cubierta principalmente por colonos, campesinos, pastores y artesanos de origen visigodo y bereber, los llamados mozárabes. Tradicionalmente, se cree que San Isidro fue uno de estos pobladores mozárabes, nombre con el que se conoce a la población cristiana de origen hispano-hispano que vivía en los territorios musulmanes de Andalucía y que constituía casi la mitad de la población en el siglo XI.

Es posible que los padres de Isidro, Pedro e Inés, nombraran a su hijo en honor a San Isidro, el emblemático arzobispo de Sevilla de la época visigoda. Con la llegada de los cristianos, el matrimonio comenzó a trabajar como arrendatarios en las tierras del caballero Juan de Vargas -cuyo lejano descendiente se convertiría en uno de los más destacados consejeros del monarca católico y de Carlos I-, aunque no se ha encontrado ninguna prueba documental fiable que avale un vínculo entre esta familia noble y la del santo. No en vano, el documento más antiguo sobre la vida de San Isidro y casi el único cercano a esta época es el llamado «Códice Juan Diaconte», un texto anónimo compuesto por 25 hojas de pergamino escritas en latín medieval en tres cuadernos, que relata una lista de milagros recopilados «para mayor gloria de San Isidro». El documento, que probablemente data de 1275, se basa en el dictado de testigos contemporáneos al cronista y, como tal, relata los hechos de forma imprecisa.

La primera arca de mosaico del siglo XIII y los restos de San Isidro

Según estos testimonios, San Isidro pasó su infancia en las afueras de San Andrés, en el actual núcleo de La Mena, pero la inestabilidad militar en Madrid -que seguía siendo objetivo reiterado de ataques musulmanes- obligó a la familia del santo a trasladarse a Torre Laguna, donde se dice que conoció a su esposa, María Toribia, que también recibiría la santidad con el nombre de María de la Cabeza estado. A lo largo de su vida adulta, Isidro aparece en el canon como un humilde servidor, un laico, un agricultor incansable, casado y un padre solícito que trabajó con sus propias manos en los campos de los demás.

«Isidro no abrió ni un solo pozo del que no brotara una gran cantidad de agua, incluso en tierras áridas», dice el códice más rico de los 400 milagros que se le atribuyen: se puede encontrar agua hasta en los lugares más estrechos. Como prueba de ello, en una ocasión sólo utilizó un golpe de su bastón para hacer brotar un manantial de agua de un campo reseco que abasteció a Madrid durante un año de sequía. Otros famosos milagros de este hombre nacido en la «Matriz de Aguas» (Madrid) también cuentan con el elemento líquido: por ejemplo, cuando salvó a su único hijo que había caído en un profundo pozo, o cuando permitió a su esposa María cruzar a pie el río Haramah, librándose así de los efectos de la infidelidad que se le atribuía.

«Isidro no abrió ni un solo pozo, e incluso en las tierras áridas no salió gran cantidad de agua».
Debido a su avanzada edad, Isidro Labrador murió en 1172 y se dice que su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la iglesia de San Andrés, en las afueras de su ciudad natal. Uno de sus milagros más famosos tras su muerte fue el de guiar al ejército castellano, junto con otros santos, a la victoria sobre el ejército almodiense en Las Navas de Tolosa. Para ello, el rey Alfonso VIII construyó una capilla en su honor en la iglesia de San Andrés y colocó su santo cuerpo en el arca llamada «mosaico». A partir de entonces, el entusiasmo por este milagroso Porcello no cesó y su vida se difundió de forma oral hasta que Felipe II trasladó la capital de su reino a Madrid y mostró su interés por poner su historia por escrito.

Un santo cristiano con elementos islámicos

En el siglo XVI, ante la insistencia de Felipe II, las autoridades eclesiásticas plantearon la posibilidad real de canonizar a Isidro Labrador y Felipe II, como otros muchos miembros de la familia real española, acudió repetidamente a las Aguas de los Santos de Madrid en busca de una cura para su enfermedad. Finalmente, fue canonizado por Pablo V en 1618 y por Gregorio XV en 1622, cuando se le concedió el patronato de la villa y corte de Madrid. En la actualidad, los restos del santo residen en el altar central de la colegiata de San Isidro.

La primera capilla de San Isidro data de 1528 y fue construida por iniciativa de Isabel de Portugal.

La historia de San Isidro dista mucho de lo que cabría esperar a primera vista y es poco habitual en el calendario de santos español. En una época en la que la mayoría de los santos se ajustaban a la imagen de eclesiásticos y familias nobles, la historia de un hombre casado de origen plebeyo que alcanzó la santidad gracias a milagros de carácter agrícola atrajo la atención de historiadores y mitólogos, que incluso encontraron en él elementos de una religión musulmana más típica que cristiana. A partir de la reconstrucción de las crónicas de su juventud, es posible encontrar en San Isidro una mezcla de modelos de santidad islámicos y cristianos, milagros de carácter reconciliador entre las dos religiones y la promulgación de valores como el matrimonio y el trabajo duro que habrían estado muy alejados de las virtudes que se esperaban de los santos cristianos a finales del siglo XI y principios del XII.

En una época en la que la mayoría de los santos respondían a imágenes de eclesiásticos y hombres de familias nobles, la historia de un hombre casado de origen plebeyo que alcanzó la santidad gracias a milagros de carácter agrícola ha atraído la atención de los historiadores.
Asimismo, la historiadora Matilde Fernández Montes, en su estudio sobre las biografías de los santos madrileños, establece un paralelismo con la imagen islámica del wali (traducido como ‘protector’ o ‘ayudante’), un tipo de santo musulmán muy popular en la época, en el que los esclavos, los hombres de pueblo, los analfabetos y, en general, los marginales abundaron, que lograron convertirse en ascetas respetables e incluso ejercer plenamente sus virtudes religiosas después del matrimonio. Según estas teorías, la historia de San Isidro puede ser la de un santo musulmán de origen bereber que vivió en la época anterior a la llegada de los cristianos a Meret, y que los cristianos heredaron y adaptaron a medida que cambiaban los reyes y las religiones de estas tierras.

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