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Sagrado Corazón

El sagrado corazón de Jesucristo, es la devoción en la iglesia católica por el corazón de Jesucristo, como un símbolo del amor divino. Esta devoción nacida en la edad media, se refiere al amor de Jesús por la humanidad.

Todos sabemos que no existe un amor más grande que el que Jesús demostró por nosotros cuando entregó su vida para salvarnos. Esta devoción es la que deberíamos mostrar cada día hacia los demás y sobre todo hacia las personas más cercanas, nuestra familia y amigos.

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Historia del Sagrado Corazón de Jesús

Viernes siguiente al segundo domingo después de Pentecostés
Solemnidad
Colorido litúrgico: Blanco

He aquí el corazón que gotea rojo por amor al hombre

Siempre es el tejido del músculo cardíaco masculino cuando se examina la estructura molecular de un milagro eucarístico bajo el microscopio. Jesús tenía «corazón» pero, más importante aún, tenía un corazón. La palabra «corazón» es sinónimo de agallas, alma, intuición, amor, fuerza, generosidad y, en su sentido más total, el centro mismo del hombre. La fiesta de hoy abarca todos esos significados.

Qué nos enseña el Sagrado Corazón de Cristo

El Sagrado Corazón de Cristo nos enseña que Dios nos ama como un amigo ama a un amigo, como un padre ama a un hijo, o como un hermano ama a su hermano o hermana más cercano. Es decir, Cristo nos ama de la misma manera que una persona nos ama, sólo que más intensamente. Nuestro Dios no cambia el orden planetario, no redirige los rayos del sol, ni crea un campo gravitatorio paralelo para magnetizar su amor por la humanidad. La ciencia ficción requiere una imaginación fluida.

Entender el amor de Dios no debería, y no exige, tal contorsionismo mental. Entender el amor de Dios debería ser tan simple como recordar su pequeña mano en la gran mano de su padre cuando caminaba junto a él por la noche cuando era una niña pequeña. Requiere recordar que te topaste con el suave abrazo de tu madre, mejilla con mejilla, después de despellejar tu rodilla.

El amor de Jesucristo por el hombre es tan humano y tan claro como un corazón que late. En pocas palabras, Jesús nos ama desde justo encima de su plexo solar, donde su corazón late con emoción por cada criatura sagrada que alberga un alma humana.

Origen de la devoción por el Sagrado Corazón

La ampliamente amada devoción al Sagrado Corazón no tiene sus raíces en una fiesta de antiguo pedigrí similar a las de la Semana Santa. Ningún cristiano del primer milenio ha mirado nunca a los ojos inquietantes de Cristo mientras miraba desde una imagen del Sagrado Corazón entronizada en la pared de la sala de familia. No fue sino hasta 1856 que el Papa Pío IX colocó esta fiesta en el calendario universal de la Iglesia.

El Papa actuó después de casi dos siglos de devoción al Sagrado Corazón, que había surgido del pensamiento, la predicación y la oración del infatigable San Juan Eudes y de las visiones de Santa Margarita María de Alacoque. Estos dos santos eran deudores, a su vez, de las revelaciones medievales del Sagrado Corazón concedidas a Santa Gertrudis la Grande.

Amamos al Corazón de Cristo porque su corazón nos amó primero. Adoramos al adorador, amamos al amante y adoramos al adorador. Porque Dios es lo primero, todo nuestro amor por Él es el pago de una deuda. No le estamos haciendo un favor a Dios al amarlo más de lo que un martillo le hace un favor a un carpintero al clavar clavos en la madera. La religión es acerca de la justicia cruda, no de hacer favores a Dios.

Como saber que Dios nos ama

El hecho de que Dios nos ama no se desprende fácilmente de la creación misma o de la historia de la humanidad. Los dioses fueron muchas cosas para muchas razas a través de los tiempos, pero el amor no fue una de ellas. El cristianismo tuvo que decirle al mundo que Dios era amor.

Y Jesús tuvo que atar sus brazos a una cruz y morir para que ese mensaje fuera convincente. Las visiones de Santa Margarita María hicieron que el amor de Dios se hiciera concreto y comprensible, mientras que las visiones de Santa Faustina Kowolska profundizaron aún más el significado de esta fiesta.

En estas desafiantes visiones, Cristo abre su corazón a la hermana Faustina y le muestra un tranquilo y profundo océano de misericordia que espera bañar a los pecadores arrepentidos en sus aguas salvadoras. Tres hilos -el Sagrado Corazón, el amor y la misericordia- están ahora trenzados en un apretado cinturón de verdad espiritual.

La verdad detrás del Sagrado Corazón de Cristo

La verdad del corazón no se demuestra saludando a las multitudes desde un auto en un desfile de la victoria o disfrutando de la playa con los amigos. El verdadero corazón está en el último tramo del cuello sobre la línea de meta, en subir al escenario para recibir un diploma después de años de lucha académica, o en levantarse de la cama para ir a la adoración nocturna.

El verdadero corazón es sinónimo de largo sufrimiento, perseverancia y conquista a través de la adversidad. El verdadero corazón es morir en la cruz cuando no lo mereces. Un corazón verdadero es un Sagrado Corazón. Ese es el corazón de nuestro Dios. Ningún atleta va a las Olimpiadas para competir por la plata. Jesús alcanzó el oro desde el estrado de la cruz, con su propia sangre. No hay necesidad de que sigamos buscando un corazón de oro en este mundo. Sabemos exactamente en el cuerpo de quién late ese corazón. Todo es oro, todo es sagrado, y nos ama como a sí mismo.

Sagrado Corazón de Jesús, Tú nos dijiste que pidiéramos y recibiéramos, que buscáramos y encontráramos, que llamáramos y se abriera la puerta. Hoy pedimos, buscamos y llamamos, con la esperanza segura y certera de que nos escuches y nos respondas. Amén.

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